La generación de buenos hábitos alimenticios desde la infancia es una responsabilidad directa de los padres. En Ecuador, uno de cada cuatro niños tiene desnutrición, y el consumo de lácteos es una alternativa clava para erradicar este problema.
Nuestra experta: Diana Fonseca, doctora en Nutrición y dietética y magíster en Nutrición Clínica.
El consumo de 3 lácteos al día puede erradicar la desnutrición en nuestro país”
La primera infancia es una importante etapa para el desarrollo de los seres humanos: desde
el primer año de vida hasta los cinco años, los alimentos y hábitos nutricionales que adquieren los niños serán los encargados de llevar el timón de su vida. El acelerado desarrollo físico y cognitivo que ocurre durante este periodo requiere de una alimentación balanceada y sana que sea capaz de prevenir padecimientos con efectos adversos a mediano y largo plazo.
Ecuador tiene un panorama preocupante: uno de cada cuatro niños padece de desnutrición, y los lácteos son un aliado clave para erradicarla.
Desde el proceso de transición entre lactancia y alimentación complementaria, los lácteos se proyectan como el alimento ideal. La leche es líquida y cuenta con una composición nutricional bastante similar a la de la leche materna: cuenta con carbohidratos, proteínas, lípidos, vitaminas y otros componentes clave para optimizar el desarrollo cognitivo y crecimiento.
Expertos recomiendan que, durante la primera infancia, los niños ingieran mínimo tres porciones de lácteos cada día, el no hacerlo provoca retrasos en su desarrollo físico y cognitivo, y, además de ser una problemática de salud, la desnutrición infantil deja marcadas huellas en el desarrollo económico y social de las naciones.
La ingesta diaria de lácteos es de gran importancia en esta fase de la vida, donde existen una elevada demanda de calcio, nutriente elemental para el desarrollo de huesos y dientes sanos. Si los niños no suplen las necesidades de calcio en las etapas de crecimiento, no lograrán compensar ese déficit más tarde. Los niños mayores de tres años que incluyen la porción recomendada de lácteos pueden conseguir un pico idóneo de masa ósea, lo que se traduce en una buena salud de los huesos en adultes.
Sin embargo, la sociedad se enfrenta a un reto complejo: la falta de información de los padres se ha convertido en un detonante para los problemas nutricionales de sus hijos y, por si fuera poco, la pandemia por coronavirus ha desenmascarado los vacíos de salud en los niños ocasionados por una mala nutrición.
¿Cómo incluir lácteos en la alimentación diaria de los niños?
En su mayoría, los infantes reciben clases en modalidad virtual, lo que puede traducirse en sedentarismo y ausencia de actividad física incluso en los recesos. Por ello, es ideal incorporar los lácteos del siguiente modo: dos porciones de lácteos en el desayuno, una a media mañana y otra en la cena.
Resulta curioso que los lácteos sean aliados para combatir las dos caras de la moneda: la desnutrición y la obesidad en los infantes. Al ser alimentos versátiles, asequibles y nutritivos pueden favorecer la absorción de nutrientes y el cuidado de la flora intestinal.
Comúnmente, los padres retiran los lácteos de la alimentación de sus hijos porque ellos han desarrollado cierto rechazo (mayoritariamente autodiagnosticado) a los mismos, sin embargo hacerlo provoca un daño irreversible: los niños que no consumen lácteos tienen menos energía, bajo rendimiento escolar e incluso pueden tener problemas para conciliar el sueño.
La tendencia a la intolerancia o alergias tiene distintas posibilidades o causas,
pero en su mayoría se debe a que se deja o se minimiza el consumo de lácteos. ¿El reto? Trabajar en la reeducación, el consumo de lácteos está incluso relacionado positiviamente con la prevención de varios tipos de cáncer. Y, para los niños, es además una fuente de engería rápida, que fortalece y recupera las fibras musculares y aporta los nutrientes esenciales sentando una base sólida para la salud en la etapa adulta.
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