Cada etapa de nuestra vida es única e inigualable. En la primera infancia es primordial el consumo de lácteos, ya que ayudan a alcanzar el correcto desarrollo físico y cerebral. Sin embargo, cuando llegamos a la edad adulta muchas veces descuidamos nuestra alimentación dejando de lado el consumo de estos alimentos que nos aportan nutrientes necesarios para mantener un equilibrio nutricional y un correcto estilo de vida.
La adultez es consagrada como aquella etapa de vida en la que las personas están plenamente desarrolladas y constituidas —física y socialmente—, además, se caracteriza por ser un proceso gradual, en la que surgen cambios psicológicos, emocionales, físicos, biológicos y sociales. Es común que en esta etapa haya una variación en la alimentación, pues a lo largo de los años cambiamos nuestros hábitos nutricionales, no obstante en la edad adulta sigue siendo importante la ingesta de calcio para mantener nuestro sistema óseo fuerte y sano, y el aporte de proteínas y minerales como el fósforo, magnesio y vitaminas para nuestro organismo.
El consumo de la leche y sus derivados (yogur, queso, nata, crema, mantequilla, etc.) se asocian con una dieta equilibrada, dado que contienen todos los nutrientes que nuestro cuerpo necesita, además que ofrecen diversos beneficios en la edad adulta:
● Reducen la probabilidad de padecer hipertensión y osteoporosis.
● Ayudan a mantener un adecuado nivel de colesterol.
● Mejoran la densidad ósea.
● Aportan gran cantidad de energía.
● Protegen la masa muscular (que se debilita con el pasar de los años).
● El yogur, aparte de ser un alimento fácil de digerir, contiene una alta cantidad de probióticos que mantienen la flora intestinal sana.
En definitiva, los lácteos deben acompañarnos en todas las etapas de nuestra vida, ya que forman parte de una dieta saludable y equilibrada. Es importante que en esta etapa no se excluyan alimentos como los cereales, frutas, legumbres, vegetales, proteínas y carbohidratos, ya que cada uno de ellos aporta en nosotros un beneficio, no obstante cada persona debe adaptarlas a sus necesidades y a los consejos nutricionales de su médico de cabecera.
Finalmente, no olvidemos que para mantenernos con vitalidad es fundamental realizar actividad física, 30 minutos diarios es el tiempo mínimo que nuestro cuerpo necesita para llenarse de energía, esto nos dará un mejor semblante, incluso reducirá la tensión y el estrés que generamos por diversas actividades que realizamos durante el día. Así que ¡a movernos y alimentarnos bien!
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